Llegó Julio, llego el invierno. ¡Que linda estación! Pero también que fría…
Llegamos a Julio luego de varios días de mucho frío en el otoño, por lo que nuestras defensas ya se encuentran hace varios meses en acción, combatiendo bacterias, virus y gérmenes. Seguramente durante los meses de abril, mayo y junio, los resfriados han sido una cuestión de todos los días, pero con la llegada del invierno, además de los clásicos resfrios, se suma la aparición de los cuadros gripales.
Los virus de los resfriados, conocidos como rinovirus, alcanzan su punto máximo en primavera y otoño, debido, principalmente, a los cambios de temperatura. En cuanto a los virus de la gripe, su punto máximo lo alcanzan en los meses de invierno, en dónde el frío diario ya es un hecho.
Existe otro gran aliado de los virus de la gripe y el resfriado: los ambientes cerrados. El aire seco del interior de las casas y la menor ventilación en los meses de invierno implica un aumento de las alergias, los estornudos y la resequedad. Estos síntomas hacen que sea más probable que se propaguen los virus del resfriado y la gripe, sobre todo si quedan atrapados en el interior y no pueden re circular.
Por último, otro de los causantes de los resfriados y las gripes es nuestro sistema inmune. Son varias las investigaciones que demuestran que, con el frío, nuestro sistema inmune acciona más lento. Esto se explica, principalmente, a que el mismo requiere una mayor fortaleza para combatir a los agentes externos, por lo que, si no se lo refuerza de la manera adecuada, su accionar se ralentiza.
¿Cómo podemos hacer para cuidar y reforzar nuestro principal escudo, el sistema inmunológico?
La alimentación, el buen dormir y la práctica de ejercicio físico son aspectos claves para mantenerse fuerte y sano. Lo ideal sería que estos tres hábitos se pudieran mantener estables a lo largo del año, y no solamente incorporarlo en los meses de otoño-invierno. Esto se debe a que, si nuestro cuerpo y sistema inmune son cuidados y reforzados durante todo el año, la lucha contra los agentes externos en estos meses será aún más fácil.
Lo clave aquí es el consumo óptimo de nutrientes. Asegurarnos que el organismo este recibido la cantidad necesaria de vitaminas y minerales es fundamental.
¿Cuáles son las vitaminas y minerales que debo incorporar a mi dieta para reforzar mi sistema inmune?
VITAMINA D
En épocas de invierno, en dónde la exposición solar disminuye considerablemente, los niveles de vitamina D en el organismo tienden a descender. Esta vitamina juega un papel fundamental en el sistema inmunológico gracias a su acción anti bacteriana y anti viral.
VITAMINA C
Vitamina crucial para el funcionamiento del sistema inmunológico. Impulsa la fabricación de glóbulos blancos (linfocitos y fagocitos). Estos juegan un papel muy importante en las defensas del organismo, resguardándolo frente a los agentes externos.
VITAMINA A
Las mucosas forman una barrera natural, la cual deberán de atravesar los cuerpos que transportan infecciones por la boca y la faringe. Un déficit de vitamina A provoca que los cilios de las mucosas y de la nariz y los pulmones se vuelvan inmóviles, y por lo tanto, dejen de cumplir su función. Solo los cilios móviles son capaces de expulsar gérmenes externos. Adicionalmente, con la reducción de la movilidad de los cilios, se forma además una mucosidad más espesa, generando un medio de cultivo ideal para agentes patógenos.
Sumado a esto, la vitamina A tiene un efecto directo sobre el sistema inmunitario, al influenciar la formación y diferenciación de los glóbulos blancos.
VITAMINA E
Protege al sistema inmune frente a virus y bacterias externas.
En resumen…
El sistema inmunológico es el que va a ayudar a combatir las clásicas enfermedades del invierno. Cuanto más fuerte se encuentre, más sencillo será.
Los hábitos de vida saludable son la mejor recomendación para que nuestro organismo sea, por si solo, capaz de responder frente a este tipo de infecciones respiratorias durante la época invernal. Es decir, procurar una alimentación sana y equilibrada, realizar ejercicio físico moderado, descansar bien por la noche, reducir el estrés y evitar los malos hábitos.
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